16 junio 2011
Carta 26.
Aún percibo mis sienes felizmente plácidas por fin, como si rebulleran acomodándose en un tierno, fresco y cálido a la vez, colchón de plumas. No sé de dónde llega esta sensación de paz que me ha inundado conforme iba leyendo tus "anotaciones", tus palabras, tus pensamientos entretejidos con los de los poetas sobre...¿cuyas vidas?...no...¿cuya poesía?...no...cuyas esencias, sí, esencias, deambulas. La imagen que mejor expresaría este percibir al autor, tú en este caso, escribiendo este libro sería la de imaginarte con alguno en las manos, leyéndolo, paseando por cualquier jardín no demasiado frondoso, de los de estilo árabe de por aquí del sur, caminos de albero, muretes de arrayán o mirto, día levemente nublado, luz suave y de nuevo tú, el “autor/lector” levantando la vista de las páginas y posándola distraídamente sobre algún macizo de flores, sobre el tronco de algún árbol , en tus propios pies, o pasos, en el hombre sentado en un banco, sentarte tú y seguir leyendo...
Ha sido realmente mágico, con todo lo que me disgusta tener que usar esa palabra.
Cuando comencé a leerlo, al final de un día que ha sido especialmente trabajoso, rondaba por mi cabeza la idea de hacerme una tila más el tranxilium de rigor, me sentía a punto de dar el salto, de nervios o tensión interior. Sólo puedo decirte que tras haberlo terminado, esa sensación sorprendentemente ha desaparecido. Y hacía mucho tiempo, pero mucho, que no percibía un relax así, una satisfacción tan profunda al leer algo.
Ahora dejo metáforas aparte. Pensaba escribirte mañana más despacio, enumerándote motivos por los que me gustaba, pero al llegar al final, he vuelto a comenzarlo, vistazo rápido y entonces, justo entonces, se me han quedado clavados los ojos aquí, en la decimocuarta pieza del puzzle:
14
Lo que nos sobra es el tiempo y las preguntas. Lo que nos falta es el descuido ingenuo que tienen las buenas respuestas, las que aciertan.
Esto es, Ventura. Ésta es la clave de tu libro. Éste es el motivo por el que a mí me ha llenado. Éste s el motivo por el que pienso, y siento que es otra de esas joyas que deberían quedar impresas en papel, éste es el lazo por el que queda cerrado este libro y listo para poder ser contemplado como una obra.
Aporte técnico: Cuando comencé a leerlo, lo primero que pensé fue, "está tomando notas, pero esto hoy es ya una forma de literatura perfectamente categorizada, claro “deconstructivismo” y demás… uy!, me recuerda a pessoa con su libro del desasosiego, por párrafos, a trozos…no, no… Ventura numera...En realidad tenemos la mente hecha a ver la obra terminada sin imaginar al autor tomando notas antes de decidirse a escribirlo, cuando el otro es el verdadero trabajo, como las fichas para cuando hiciste la tesina, claro, sí…claro, tantos siglos de una concepción del libro en sí, de la autoría y demás, de la obra "terminada", ensayo, novela, teatro, no puede ser nada más, pero, por dios ¡cuanto tiempo hace que las categorías dejaron de servir!...numera, divide en capítulos que parecen temáticos…¿a ver?...”
Todo esto me iba diciendo conforme lo leía, hasta más o menos su primer cuarto. Después ya dejé de pensar, de analizar, me subyugó, me succionó, fue él y ya está, dejé de existir... Esto es lo que creo debe conseguir todo obra que se precie.
Y esto es lo que consigue tu libro. Porque lo es, porque conforme avanzas le encuentras su hilo, o una se lo inventa, es lo de menos, y lo “ de más” (dejas abierto el espacio al lector aunque lo atrapes), todo encaja en…no es en la mente ni en el corazón, es en la percepción total del ser humano que está leyendo, como si esto que tenemos por dentro latiendo/parpadeando constantemente pudiera adquirir grafía en el hecho de la lectura de un libro, en este caso, tu libro.
Quizás has notado que he estado paseándome por tu blog hace un rato, he leído que se lo has enviado a Iván. A ver qué te comenta él, entiendo que tienes su amistad y su punto de vista puede resultarte más fiable que el mío. Yo sólo puedo decirte que me encantaría poder acceder como lectora a un libro así que estuviera en la calle a disposición de quien quisiera.
El problema es que si yo misma como escritora de poesía estoy una hora sí y la otra también planteándome constantemente el pasar de intentar publicar en papel el resto de mis poemarios y decidirme a seguir publicándolos todos en blogs, no me siento en conciencia con capacidad para indicarte qué es lo que debes hacer. Personalmente no creo en el mundo editorial ni en el papel ni en…no está la cosa para creer en nada de eso. Sólo creo en la obra que tengo delante y en si ella debe estar a disposición del resto de los seres humanos.
Y tu libro debe estarlo.
Tu libro es una preciosidad, pienso en él ahora y hasta me emociono…es una bendición de libro. Me has hecho un regalo tan inmensamente bonito al enviármelo que resulta inevitable me emocione (yo ante la belleza de lo que el ser humano es capaz, me emociono). Es una pequeña, porque es breve tan sólo, obra maestra.
Desde luego te quedas con ganas de más.
Nos regalas la visión esencial de unos seres muy especiales como fueron los poetas de esa generación, poetas conocidos por cualquier amante de las letras. Ahora sigo pensando en ellos tras leerte y compruebo ninguno se me ha desdibujado o "contraindicado", sino todo lo contrario, profundizado. Éste es el milagro...no imaginas qué paseo tan placentero este que me has invitado a dar de tu mano.
Ahora entiendo mejor lo que lograste con el epílogo del libro de Iván...mucho mejor.
Dime, si no tienes inconveniente, por favor, si te decides a hacer algo con él. Quisiera no perderle la pista caso de que decidieras ponerlo a disposición de…pues eso, del resto del mundo, que es donde creo debe estar, y no guardado en ningún cajón
Muchísimas gracias por haberlo compartido conmigo.
Un beso, Ventura.
14 enero 2010
Postal 06.
UNDER THE SUN
El aire bate con mansedumbre.
El aire es una vaca transparente y espiritual.
08 diciembre 2009
Carta 24.
Te envío este inédito del poemario Variaciones sobre el sol y la lluvia para tu colección de poemas japoneses. Estoy, en estos días, mendigando un cobijo editorial para el mismo. Ya te contaré dónde acaba, si es que lo hace en algún sitio.
Espero que lo disfrutes.
Abrazos,
Iván.
____________
EL SOL ROJO DE LA BANDERA DE JAPÓN TAJADO POR LA MITAD
(Dedicado a Ventura Camacho)
Si cortas una bandera
de Japón por la mitad,
la otra mitad se continúa moviendo
como si fuese el rabo de una lagartija.
Esta propiedad fantástica de Nisshoki
(literalmente, disco solar)
es aprovechada como metáfora
en las clases de supervivencia
del profesor Sengoku Meiji.
-Si alguien te clava una daga en el pecho,
tu corazón continuará incesante
su guerra contra la muerte. No olvides
nunca esto.
En el siglo XII, los abanicos
guisen ya llevaban impresos
estos iconos de lo incansable.
Carta 23.
23 noviembre 2009
Postal 05.
Amic Ventura.
El caso es que si hubieras estado callado es posible que me hubiera creído que acababas de irte de vacaciones. Aunque quizá un poeta de vacaciones sea una redundancia, claro está. Yo nada más decirte que sigo aquí, por el sur, que hasta granada noche (postal adjunta) te echa de menos (ole, jeje). Sí, es una postal típica. Quería enviarte alguna de chicas en bikini, que sé que te gustan (poeta vicioso), pero tendría que haber enviado una de hombres en ... bikini, por aquello de la paridad, pero empieza a entrar el frío y como que no pega. El mensaje es el mismo "wish you were here".El caso es que sí, son muchos temas pendientes, demasiados, como siempre. Pero como siempre espero que sigan surgiendo más y, si no es mucho pedir, concluir alguno. Se le echa de menos como público en las lecturas y se le echan de menos las críticas que me hace.Abrazo mío y besos de todos los demás
Jorge
15 noviembre 2009
Carta 21.
Amigo, estuve una semana en Murcia, trabajando y sin ordenador más que 30 minutos desde el hotel donde me alojaba. Así que tarde un poco en tener serenidad para saludarte.
Es la carta, siempre, ese abrazo inacabable, esa posibilidad de recibir y acoger al mejor tú, de darse desde lo pertinaz del otro, ese otro que es tu-yo, y su-yo. No juego con las palabras, me expongo, quizá torpemente, desde el comienzo, con una deuda de gratitud hacia ti.
Recibo tu carta y la leo. Dejo que repose. Sigo en otros asuntos y vuelvo a ella. Sigue cálida la tinta, tiznandonos mutuamente.
Sabes de mi lo poco que pude y supe decir en la entrevista con Mario, Pepe y Oscar, en la que yo acompañaba por complicidad a Quique Falcón, verdadero protagonista o casi, porque era la poesía en la forma de La Marcha de los 150.000.000 la invitada y la que dio buena cuenta de esa hora entrañable con los mago-poetas soperos.
Poco importa quien soy, pero ese poco se dice pronto, no hay secreto, no hay misterio. Viktor es una persona muy corriente, empleado de banca y poeta, padre de familia y vecino de Valencia, animador cultural y voluntario en el Casal de la Pau (ahora llevo dos meses sin ir y estoy jodido).
Mi poesía quiere ser dialógica. Palabra dada, que se expone, desde un temblor por las orfandades y por los sufrimientos, también por la íntima sospecha de que amar, convivir, resistir y escribir son una sola manera de ser, de mirar el mundo, de andar por él y ser parte ínfima pero insumisa en la gran farándula del presente herido.
Por carta suelo hablar de todo y nada, de los detalles y también de las dudas, de complicidades, de miedos y de esperanzas, de alegrías y también de fracasos. Con amigos, igual me importa contarles el tiempo y lo que hice en una rutinilla cualquiera como reflexionar sobre un verso de Paul Celan, Miguel Hernández o Eduardo Milán.
Creo que hay que cuidar las amistades y las cartas ayudan, en el trasiego y prisas de la ahoridad, tan tristemente emboscada en quehaceres improductivos para la fraternidad o excesivamente productivos para la sociedad de mercado y rentabilidad económica.
Las cartas que recibo y las que envío ayudan a mantener los vínculos. Eso que Ángel Calle nos insta a acrecentar y fortalecer frente a una cultura de la individualidad exasperante, enajenada y narcotizada.
La poesía, las cartas, el tomar unos vinos, el ir juntos a una manifestación o al cine, el acompañar en la resistencia a los que reclaman "Pobreza cero". Todo eso es mi vida ahora, lo que me alimenta el espíritu.
La amistad, "El río de los amigos" de los que habla Rafa Saravia parafraseando al ínclito Antonio Gamoneda, es crucial para mi día a día.
Las buenas re-lecturas, de los maestros, Celan, Jabès, Ajmatova, Holan, Dalton, Lorca, Pizarnik, Paz, Varela, Rimbaud, Núñez, Mandelstam, Wang Wei, etc., son cartas, son propicias escrituras para con-versar desde el interior de uno con el uno que vive, ese poema a poema por el que uno tiene una experiencia ampliada de la existencia propia y del mundo.
Mi mujer, Juani, mis hijos, son otro mundo en el mundo,comunicado, comunicante, también a veces, refugio, trinchera.
Me preguntas por la valencia en llamas desde la que una hecatombe de artistas y poetas resisten la hegemonia de una cultura masiva bajo el espectro del pensamiento único y la pseudo-cultura kitsch. Y eso requiere otra carta, que te participaré pronto.
Lo cierto es que hay bastantes poetas y pintores y artistas en Valencia que al menos están de acuerdo en una cosa, aunque luego cada uno se resuelva y manifieste de singular y heterogenea manera:
No nos domesticarán facilmente.
En derrota puede, pero no en doma,
se puede decir parafraseando ahora a otro grande, Claudio Rodríguez.
Un abrazo grande, compa.
Pronto te cuento lo de Valencia en llamas...
Cuidate bueno,
Tu Víktor
16 junio 2009
Carta 17.
Sé que este proyecto epistolar lleva bastante tiempo funcionando y yo conociéndolo pero el participar me parecía extraño ya que no nos conocemos mucho (aunque creo que nos intuímos positivamente) y yo soy una persona en el fondo tímida (este es uno de mis secretos peor guardados). Pero cuando llegué un día a casa y recogí un sobre con tu remite, un sobre que viajaba De Nagasaki a Novosibirsk, supe que quería escribirte.
Fue agradable encontrarte en Granada y preguntarte dónde se mete tu libro que no hay quién lo encuentre y que tu me dijeras que es un ejemplar gratuito porque lo publica la Universidad de Granada, todo esto después de preguntar por él varias veces en la feria del libro, siendo incapaz de pronunciar en lengua cristinana Novosibirsk y que los libreros me miraran con cara de "¿por qué me ha tenido que tocar a mi, señor?", un sacrificio que mereció la pena cuando leí el primer verso ("Viajaban para saciar su hambre de ver"), aunque sabía que esto ocurriría.
Con este libro Ventura he tenido una sensación muy concreta, mientras lo leo imagino estar sentada en silencio en algún lugar precioso por donde pasa un rio (pongamos el paseo de los tristes ya que ambos sabemos de sus misterios) un día de sol radiante en el que no hace ni frío ni calor y en el que el único sonido que se aprecia con claridad es el del agua a través del rio, con esa especie de sensación agradable y de tranquilidad que da el agua.
Aunque como diría Perez Galdós "asusta pensar que acaso las admiraciones más sinceras que tenemos son las de las personas que no nos han comprendido.", pero yo soy de las que piensan que hay dos formas de acercarse al arte, desde la comprensión y desde la sensación, ambas igualmente respetables. Se trata solamente de la elección de cada uno a la hora de "enfrentarse" a la obra y creo que es interesante explorar la parte sensitiva, la experiencia estética.
Por todo esto, me alegro de haberte puesto en el compromiso de que me mandaras el libro y te lo agradezco, en fin, que los gestos altruistas y desinteresados me enternecen hasta ponerme cursi y ya sabes que eso ahora no se lleva, qué le vamos a hacer, los poetas estamos pasados de moda (o no?).
Espero que sigas viajando, en concreto a Granada.
Besazos,
Verónica
08 abril 2009
Carta 16.
Querido Ventura:
Mis afectos granadinos se han mudado a una casa nueva desde cuya azotea puedo ver casi toda la ciudad, con la Alhambra al fondo y Sierra Nevada omnipresente, blanca, dominándolo todo. Desde el otro lado de la terraza veo llegar y partir a los aviones desde el aeropuerto, y vuelvo a pensar en el viaje, siempre en el viaje. ¿Qué otra cosa es la vida? Desde hace muchos años no he hecho otra cosa que viajar, ya fuera con la maleta a cuestas o sólo con la imaginación y la vista, que ahora empieza ya a quejarse de tanta lectura y de tanta belleza acumulada en su interior, en su recuerdo. Curiosa inteligencia la de la mirada, que olvida pronto las imágenes que duelen. Alguien dirá egoísmo; yo, supervivencia.
Hace unos días, el poeta Carlos Marzal dijo en Granada que viniendo a esta ciudad había empezado a querer a los poetas que admiraba, y que no había nada mejor que eso, que querer a quien admiras y poder admirar a quien quieres. De ahí surgen las amistades duraderas, añado yo. Lástima que nuestra coincidencia en la ciudad fuera breve, porque se quedaron por decir muchas cosas que ahora necesitan este espacio de recuperación de la correspondencia para poder ser dichas. La idea de las cartas ha sido brillante, pues yo soy de los que echa de menos abrir el buzón y encontrar algo más que los anuncios de los mercaderes, como dije en un poema que te envío al final de esta misiva.
Me alegra saber que mi pequeño libro te acompañó en un tren, pues no otra cosa pretendía al escribirlo, y es mucho: poderlo compartir con alguien que al leerlo sienta que un mínimo detalle de la aventura del sujeto poético que recorre sus páginas le hubiera podido pasar a él, que sintió alguna vez algo parecido, que vio un paisaje similar, que se emocionó con la misma canción en algún momento de su viaje, de su vida. A mi me ocurre a menudo con un puñado de poemas, y sólo por eso vale la pena haberse dejado la vista en el empeño de leerlos. Hablas del premio Surcos, y de la unión con Mario Cuenca Sandoval quien es ya, también, un amigo. Sabrás que este año otra granadina ha conseguido el Surcos, Trinidad Gan, con un hermoso libro que tengo ahora mismo encima de la mesa, Caja de fotos, en el que Trini vuelve a darnos lecciones de su buen hacer poético y de esa sensibilidad que transmite en todo lo que escribe. Los “surqueros”, ya ves, nos vamos multiplicando.
Granada sigue igual a como la dejaste, pero un poco más vacía de actividad, pues hacen falta muchos espíritus emprendedores para que la ciudad tenga sangre y savia y poesía. Ahora llega la primavera cargada de libros y de versos, en la Feria del Libro, en el Hay Festival y otra vez en el Festival de Poesía de Granada, que volveremos a poner en pie con más pasión que acierto, seguramente, pero con la ilusión intacta de estos, quién lo diría, seis años empeñados en que nos visiten quienes más tienen que decir. Esta es tu Granada y aquí estamos tus amigos. Serás bienvenido a compartir versos y risas.
Un abrazo enorme,
Javier
RECIBIDOR
Todo lo construido tiene aquí su principio.
Entre una puerta y otra
damos la bienvenida a las visitas.
Encima de la mesa siempre hay sobres
con los saludos de los mercaderes,
y casi nunca cartas
que acerquen el calor de quienes ya se fueron.
Nos recibe en silencio el tiempo abandonado.
16 febrero 2009
Carta 15.
Querido Ventu:
Como te dije en el asalto radiofónico del otro día (malditos soperos, a traición), «lo semejante conoce a lo semejante». En nuestro caso, las afinidades se remontan incluso a la cuna y a nuestra condición común de emigrados catalanes y exiliados granadinos (en parte voluntaria, todo hay que decirlo). Tal vez por eso nuestra lectura en el Carmen de la Victoria tenía ese sello de las cosas que tienen que suceder tarde o temprano. Para ti cobraba además la trascendencia de un fin de etapa, un carpetazo, un giro, esos momentos en que se termina de subir una escalera y, como decía Cortázar, tenemos que ajustarla de un taconazo antes de salir de ella. Y es bueno que tengamos horas con las que señalizar los giros de nuestras vidas, taconazos (de los tuyos, que eres tan flamenco). Si yo formo parte de una de esas horas en tu vida, me sentiré feliz y agradecido.
Me preguntas en qué ando. Recordarás aquella frase de nuestro admirado John Lennon: «La vida es lo que nos pasa mientras estamos haciendo otros planes» (Beatiful boy, me enviaste una versión estupenda). Mis libros son los planes que yo hago mientras Julia crece y empieza a hacerse preguntas como «dónde viven los lobos» o «por qué no para de llover». Ya sabes que mi vida es monacal, me provoca una enorme pereza salir de esa batalla cotidiana con el teclado. A lo mejor escribir es, en el fondo, una manera como otra cualquiera de estar solo. Este año me llaman de aquí y de allá, como si todos se hubieran vuelto locos, y tengo que administrar los «noes» porque, de lo contrario, mis clases se verían muy perjudicadas, y mis libros, ni te cuento… Qué diferente es escribir y publicar, tú lo sabrás bien.
Por otra parte, no imaginas cuánto me reconforta que Boxeo sobre hielo viajara contigo a Menorca. Nunca dejará de fascinarme la extraña forma de intimidad que se establece entre el autor y el lector, desigual, asimétrica. Tras haber leído Boxeo…, tú sabes más de mí que yo de ti. Aunque leí tus libros, como bien sabes, con idéntico afecto, y creo que en su laberinto respiraba Ventura aquí y allá. Aquí tengo, precisamente, tu plaquette Pedagogía del adiós. Tal vez puedas enseñarnos algo sobre el adiós, tú que acostumbras a salir de las escaleras de tu vida con esos taconazos geniales. Ya me explicarás cómo lo haces cuando volvamos a vernos; que tenemos que hablar de tantas cosas, compañero del alma…
Recibe un abrazo.
Mario
p.d.: Ponme a los pies de Eli y de esos soperos que, sin ser andaluces, son, como en aquellos versos de Lorca, claros y ricos de aventura.
10 febrero 2009
Carta 14.
Amigo Ventu:
«Y pues Vuesa Merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso…». Favor grande me haces con tu carta, porque tocas el punctum dolens con tacto y con la buena fe de amigo. Puesto que ya lo dicho no merece más comentario, no cometeré la torpeza de hablar en público de lo propio, usurpando el lugar a quien aquí lo merece.
Porque tu epistolario (nunca suficientemente completo, nunca cerrado, espero) no es sino una gran cadena de amistad. Y me encanta el sentido que los poetas le damos a esa palabra, porque nos basta leernos para sentirnos partícipes de una cofradía de la palabra, aunque nos hayamos visto apenas unas cuantas veces somos el de al lado, el que susurra cada noche el verso que nos dibuja la sonrisa, o nos turba el pensamiento durante todo el día, así lo pasamos dando vueltas a lo leído.
Y esta carta, por tanto es de amistad, la que recuerda Granada, la que recuerda las noches de radiografía, y ese tipo espigado con flequillo que, tras sus ojos pequeños de primer día de cole te apretaba la mano llamándote por tu nombre y presentándote como “un amigo de Málaga”. The rest is poetry, que diría el príncipe danés de haberse dado una vuelta por nuestra Granada.
Y de Málaga, se siguen publicando libros al acogedor amparo de las instituciones, el editor Nono García aún guarda el tipo con su Alfama; los amigos poetas andan, como casi siempre, cada uno en lo suyo, por lo que yo hago lo mismo, id est: dar clases, hacer radio y (mientras engaño a alguien para que publique mi nuevo poemario) escribir otra novela que, ¿sabes? en una de sus partes tendrá forma epistolar. Las epístolas del siglo XXI, claro, los e-mails.
Te abrazo desde el sur, aún más al sur de Granada.
Domingo.
29 enero 2009
Carta 09.
Uf Ventura, si supieras lo que se necesitan y se agradecen tus palabras de aliento… Es dura a veces Granada, lo sabes, sobre todo cuando te dedicas a asuntos públicos, las instituciones cierran puertas, los de fuera recelan, los de dentro critican y lo único que me anima a seguir son los momentos posteriores a la lectura, la cerveza con el/la poeta, las felicitaciones del público y los nuevos grandes amigos que nacen entre nuestros vitolados.
Sí, estoy algo cansada y desalentada, pero como decía Javier Egea: “Hay que avanzar, hay que avanzar./ Pero es necesario/sentir un cuerpo aquí, junto al costado”. Y ese cuerpo junto al costado que yo siento sois todos los que habéis participado de forma totalmente desinteresada en nuestras lecturas. Y así vamos, acabando con las últimas vitolas, en este tortuoso y a veces desesperanzador camino hacia la vitola 100… 100 poetas, 100 lunes de poesía, 100 cuadernos llenos de inéditos… Si es que es pá ganar un Guiness de esos, jeje.
Pero Ventu (me permito la confianza) también soy consciente del buen momento que estamos pasando, en estos últimos meses han pasado por nuestra barra lo más interesante del panorama actual, traspasando fronteras: Josep M. Rodríguez, Mario Cuenca, Carmen Camacho, Camilo de Ory… Jóvenes poetas, muchos de ellos con importantes premios y sobre todo alejados del círculo poético-concéntrico granadino, del Establishment, tú sabes lo que digo.
Te escribo desde la Huerta de San Vicente, solitaria, sin turistas ni viajes de estudios, en un invierno frío y de nieve, quizá el más duro de los ocho inviernos que llevo superados en Granada… Y tú en nuestra Barcelona, con tu surdade, me encanta esta palabra, y me la hago mía. Y yo, tu seguidora en el silencio, me emocionaron mucho tus últimos escritos de tu blog, antes de tu regreso -em vas fer patir-. Esa mezcla de pena y traición que sentías al abandonar a tus niños, fueron afortunados al tenerte a ti como educador, con tu enorme sensiblidad y tu sabiduría. Mi Ventu de barrio, yo siempre distingo entre los barceloneses de barrio y los otros, y tú eres de barrio como yo. Significa que has crecido jugando en la calle, en el parque, compartiendo juegos con otros niños vecinos, entre las madres que iban al mercado y el olor a farias del café del mediodía. Estoy segura que en nuestra adolescencia coincidimos en conciertos, fiestas de la Diversitat, de la Mercè, huelgas, alguna que otra lectura o exposición, y como no, algún trayecto en la linea vermella.
Muchas, muchas felicidades compañero, que se que hoy cumples años. Y sigue como hasta ahora, con estas joyitas de proyectos, y por favor, sin dejar de escribir. Espero que al fin coincidamos en mi próxima visita a Barcelona. Molts petonsss! Y también para tu Eli.
25 enero 2009
Carta 08.
17 enero 2009
Carta 07.
Querido Ventura:
Te respondo, sí, a esa hora extraña en que la luz no se atreve a salir de su madriguera, pero lo hago abrumado por tus palabras. No tengo tu ventaja, la de ser escritor, así que lucharé contra el apelotonamiento de ideas ya convertido en alocado enjambre.
Pasada casi la segunda edad, de bronce y avistando la tercera, parece imposible hacer nuevas amistades, de modo que lo que me, nos ha ocurrido en las últimas semanas se aparece como novedad de adolescente, soperos mediante; demos gracias al azar, generoso a veces.
Pides consejo para entrar en las aulas a explicar literatura. Me remonto a los años 70. Los profesores se empeñaban en hacernos estudiar vida, obra y estilo de autores a los que no habíamos leído, toda una locura. Y aun así salimos unos cuantos envenenados por las letras y unos pocos, como tú, creadores de mentiras verdaderas. Quizás estaba en nuestra naturaleza como dicen los ingleses, sí, cada vez estoy más convencido de ello. En mi casa los libros escaseaban, pero mi padre entrevió algo y me regaló una preciosa colección de volúmenes que comenzaba por “¿Sabes por qué?”, de color rojo y suave tacto. Allí leí un poema de Aleixandre y entendí que había algo al otro lado esperando a que yo llegara. Y así hasta ahora. Gracias, papá.
Calculo que habrán pasado por mis ojos unos dos o tres mil alumnos y de ellos sólo una docena creo quedaron, tras su paso por las clases, enfermos por las palabras y las películas, pero ya llevaban el virus dentro, así que a veces lo único que puedes hacer es avivar la llamita y cuidarla. En las clases se me nota que si no hubiera leído sería mucho más infeliz y captan ya que sumergirse en la lectura o en una buena película te salva de una soledad fría y de íntimas tormentas.
Confieso que para vencer mi tedio entre las paredes del aula, cuento anécdotas y chascarrillos al hilo de la explicación, aun del sujeto y predicado; no me preguntes cómo surgen porque no lo sé y prometo que no los preparo, de ahí que alguno ponga cara adusta, como diciendo: pero qué raro es este tío, por qué no explicará apuntes para que me luzca en el examen…Y a continuación me pongo serio, miro al fondo sin ver nada y hablo conmigo en voz alta para tratar de entenderme o de captar el trasfondo de un dato o una idea: entonces, por lo general, se callan, porque escuchan algo alejado de sus series preferidas, los sms o el Messenger. Creo que intuyen, como me pasó a mí, que hay algo que se están perdiendo, que quizás quieren saber aunque esto no aparezca entre sus planes del día y preguntan y hablan y hasta dan las gracias por poder expresarse, sacar afuera lo que les preocupa al hilo de mis “idas de olla”, como dicen ellos. Como verás, las evaluaciones, los planes, las generaciones son secundario asunto cuando estás con cuarenta jóvenes.
Guardo para mí lo amargo. Se me hace extraño dar recetas. Lo único que sirve es la paciencia y el cariño hacia lo que explicas. Para esto último la muchachada tiene un radar especial, de tal forma que te ves abocado a tomar caminos secundarios y abrir así ventanas a otros lugares, esos que gracias a vosotros los escritores nos ayudan a vivir mejor.
Ahora ya has comprobado que no soy escritor, ni secreto ni escondido. Ahora quiere salir la luz. Ahora es cuando muchos días sueño que voy a salir a las calles de alguna ciudad italiana y que todo será distinto o que no volví de Santiago de Chile y que…
Ciao, caro amico.
Abrazos.
Antonio Ezpeleta.
23 diciembre 2008
Carta 04.
venturilla, piojo, qué pasa!...
si te digo venturilla, porque me apetece, es para demostrar que lo pequeño es grande, piojo mío.aunque exactamente no te sitúo ni en mi cabeza ni en mi cráneo, pero me da vergüenza y no me acuerdo de decir ladilla,porque tampoco es exacto, ¡ya lo tengo!, ¿cómo se llaman esos gusanos que los cagas?, pues eso debería llamarte con cariño,liendre mío (y cuando digo mío digo nuestro, de mi pepito y de mi mariano también)... cosas de mi estómago, que es donde quiero yo a mis amigos...
yo fumo todas las cigarras que tú no te fumas y soy lo inexacto de lo que me flipa de ti. ¡cómo si me importara que esta carta tuviera sentido! pero sentimiento, me beso los dedos, sabes que sí... y lo que me gusta es que no te conozco pero te trato como a una tía mía que tuve y que era gorda más que un once de noviembre...
que me dirijo a ti, sobre todo cuando nos vemos y te abrazo como si fueras mi columpio y yo la mona, digo, que cuando te hablo y estamos en conversa, así, juntos de la mesa, me gusta estar contigo porque digo mira qué poeta más carnal el hijoputa, para mis adentros, que yo intuyo, ventu, como la maruja que acierta en la ruleta de la fortuna, que yo intuyo, insisto como un ea, ¡dónde hay agua!, donde la vida siempre y el verso y la mondonga eso no es ná ni cuenta porque vamos a ver yo no quiero pasar a los anales (poca cosa decororosa) porque no sé y no me duele, porque el éxito no es un premio, porque te cuento el secreto más íntimo que tengo: cuando me hagan ceniza yo sólo quiero estar donde está enterrada mi gata
y ahora lloro mientras sonrío
digo, amigo, y no hace falta decir nada más. que aunque no vaya en mi puta vida a un proyecto tuyo ni te llame en navidá para darte la chufla,yo te quiero, así de fácil y redondo, tesoro, le das un beso a eli y a la gata y te me curas el brazo o te lo como y quedamos pa jugar al padle (así escrito) que habré de verte yo en gallumbos, cuero...
que escriba yo, que me llamo òscarpepemariano, no tiene importancia alguna, eso sí, que lo que digo va a misa pero no se le ocurre entrar,con lo bien que se está donde crece la tierra...
vagamente creo no haber respondido al acierto de tu carta ni una ristra, pero qué pasa! ahí te dejo la negrita...
te quiero,òscar.
22 diciembre 2008
Carta 03.
En Sevilla, a 22 y diciembre. 2008
Ventura, Ventura querido,
Esto es imposible, esto no puede pasarme a mí. Ay es que me pongo mala. Yo, que soy de natural despacioso, a veces llego a un punto en el que me pongo de punta, y le ensartaría un puño a este preciso momento por ponérmelo difícil. Te explico, te explico lo que ya sabes, o supones: Hace días que recibí tu carta. No quise leerla. Porque si te leo y al pronto no te contesto, siento que la letra no se me levanta luego de ese su modo, propio, de operar a través de una y sin mi permiso. Así que esperaba la hora, el momento de leerla y darme a continuación el tiempo mágico de responder, o mejor dicho, que la palabra así salida, en caño, te respondiera. Y luego ni limpiar el texto, no te creas, dejarlo y darlo así, loco. Me gusta escribir desde la enfermedad de los pechos, desde la inconsciencia, y que la cabeza o lo que sea esto de donde sale lo nuestro vaya más rápida de lo que yo voy,
Hoy me llegas en formato cibernético –los blogs esos, que a mí me parecen cosa imposible de manejar, nunca sabré, como tampoco nunca dónde tienen los coches el freno ni las grapadoras las entrañas que no sepan a cepo-. Que me llegó, decía, tu carta de esa manera, y entonces ya me dije, Carmen, dale, ten la valentía de leerla y contestarla al ras. Tal vez ahora no fuera el momento.
Lo digo sobre todo, lo del momento que no sé si es, porque el ordenador del tirón se me estropea, y el niño de San Ildefonso que hoy tributa esperanza se me mete entre tímpano y tímpano y así, cuando la electricidad de las yemas de mis dedos van a más y llegan allí, arribita de mí, me suena el móvil, y es el amante que siempre se deja la cartera en casa, que dónde está, que dónde, dios, se me ha perdido otra vez, Carmela, ¿no la habré dejado por ahí? y yo ya me desespero.
Digo nosés a todo, busco, reinicio, reivindico, meto otra vez las claves, encuentro la cartera y mientras, -lo noto-, las letras me atacan al páncreas. Agarro el boli y apunto tres cosas en un papel, por no extraviarte, Ventura, las palabras que te pertenecen.
No era la hora, pero ya no sé parar: te escribo.
Tendría que confesarte muchas cosas, Ventura, cosas que no sé si un blog aguanta en firme sin vencerse y hacerle un socavón a la mesa. No las dejaría de mencionar por mí, estoy segura, hace tiempo que no me asusta este espejo. Tampoco es por ti, ni porque el pudor ni cosas desas. No las enuncio por mis asuntos con los bajíos, las vibras y los runrunes: a veces dejo de decir sólo por cosa desta, que me importa. Lucho contra mi impronta inicial de pensar que a veces en el decir parece que algo se quiebra. Mis poemas están hechos de esas lascas.
Si no fuera por esto mío, te hubiera dicho ya hace tiempo que tu nombre me parece inmenso: Ventura. Que cómo no se me había ocurrido antes, tu nombre, para dárselo al protagonista de mis cuentos, a un libro, a una finca o a un hijo. Fue lo primero que se me vino de ti, tu nombre y lo traté desdeste paño en el que lo envuelvo. Que me llames Ventu, - me dijiste, y sí. Yo pido que en mi mesa, en casa amiga y bajo las sábanas, me llamen Carmela. Tienes derecho grande a nombrarte y a nombrar el nombre nuevo de todas las cosas. Pero Ventura, qué inmenso nombre, Ventura. Y yo sin decirte hasta hoy y por aquello lo de tu nombre.
Si no fuera por esto, te hubiera dicho hace ya tiempo que tuve la intimidad de conocerte por la letra, poco a poco, y que eres quien pone la atención y el cuidado en todo, plácidamente. No te suene rara, la palabra responsabilidad, pero has sido así: responsable con lo mío, exacto, delicado. Te doy las gracias. A mí, que me gusta hacerme muescas en la piel para que no se me olviden los festivos, tu responsabilidad para conmigo me viene bien.
Qué distintos somos, quillo, qué variopintos. De punta a pinta. Y sin embargo/. Y entonces/. Y por eso/. Pero hay algo bueno y verdadero –y valiente- que junta abajo.
Y si no fuera por todo esto, te diría, primo, que qué bien aquello de conocernos por la letra, antes de habernos visto. Porque eso fue lo de ir a verte a Granada, aquella vez, un estarse luego a gusto. Desconfía, Ventura. No de la letra, -que tan auténtica como falsa puede ser, depende del labio y la ralea del que la toma-, sino de las cacharras cibernéticas. Que te pueden traer a la fría pantalla calores que no lo son. Ahora, esto no, esto de haberse conocido y apretado el uno a la otra contra el pecho deja todo bocarriba. Ahí no hay fallo. Lectura aurática y de cerca, que llama a eso mi hermano David Eloy Rodríguez.
Todo esto que te cuento viene a ser asuntos que parecen “personales”. Y no. Que me saben a mí estas cosas tan colectivas y participadas que, si no fuera por el defectillo este que tengo de no estar en posesión de la verdad, declararía universales.
Hablamos de letras si tú quieres, por responder algo certeramente de tu carta: Minimás, ese libro de poemas de un solo verso que acabo de sacar. Las llevo escribiendo, las minimás, desde que era otra, aquella de las trenzas largas que vivía en un bajo, cuando Madrid. Allí salieron a pares, y publiqué algunillas. Y entonces me dijeron, dale a eso, que tienes buena letra. Me lo dijeron bastantes gentes. Y claro, yo en vez de vivirlo me jiñé y me metí en una mierda de vida que por pocas si no/. Y de ahí salieron las minimás más tristes, el desuello que me servía de alivio, las cosas de ser sola y dura y contra. Y después, cuando la vida, me salieron más y más minimás, y así hasta hoy. Sólo las tenía que recoger y recoger bien. Sé que me faltan muchas, que quedaron perdidas en cartas/ en conversaciones/ en sueños. Pero sí, en ese libro están las que me nacieron contigo, en nuestras cartas. Tú las sabes.
Hablamos de ESCARCHA. Ahora que lo escribo, se me viene que esta noche he soñado con Chato, el bailarín. A este grupillo de poesía, danza contemporánea y percusión nos ha juntado el decirnos: que me encontré al bailarín una noche en un bar y le dije que me gustaba lo de su cuerpo moviéndose y que se viniera conmigo y así fue que nos fuimos juntos al día siguiente a los madriles; que nos encontraron los músicos y les pedimos una tarde que nos tocaran y nos dijeron que le gustaba lo nuestro. Y así salió. Y así vamos.
De lo tuyo, déjame decir un rato de lo tuyo. Que cómo pudiste, que cómo te enrolaste en la armada granadina, y te inventaste la forma de estar allí. Esa fue la pregunta de tantos. Y tú con tu respuesta: soy de sumar, yo me cago en las restas –dijiste, o algo así (a palabrota es mía, tú eres más fino). Y esas fueron tus ganas, y eso hiciste y creo que hiciste bien.
¿A ti te hacían de chico en la cara eso de esto es lo fácil-esto lo difícil? (Bueno, si no te lo hicieron, te lo explico en otra carta, o por los teléfonos). A ti te gusta lo complejo, y eso a mí me pone, mucho. Porque el Machado, usted se me fue una tarde a hablar con Machado y casi no ha vuelto. Eso es, ahí estás. Me alegra hasta que te encasquilles en ello.
Cuéntame tú pronto de tus ahís. Invéntese cosas, pensemos en la acción, accionemos pensares. Sé que en breve te dejarás los poemas en no sé cuál escenario. Dele, una, reúna. Estaré cerca, participaré, celebraremos juntos.
Cuántas cosas. Debo dejarte. Creo que esta carta tiene una pata más larga que la otra, y que le falta la cabeza por pintar. Pero y qué. Esta carta es carta de cariño y, coño, de la palabra-pespunte en vida, y de ti y de nos.
Dale a Eli los besos, dale a los Sopa de Poetes (a Mariano, a Óscar, a Pepe) las gracias, porque fueron excusa no escasa para todo lo que vino después.
Carmen.
PD: aquí no llueve, sur de sol. Quisiera tronar.