08 abril 2009

Carta 16.

Granada, 29 de marzo de 2009, domingo lluvioso.

Querido Ventura:

Mis afectos granadinos se han mudado a una casa nueva desde cuya azotea puedo ver casi toda la ciudad, con la Alhambra al fondo y Sierra Nevada omnipresente, blanca, dominándolo todo. Desde el otro lado de la terraza veo llegar y partir a los aviones desde el aeropuerto, y vuelvo a pensar en el viaje, siempre en el viaje. ¿Qué otra cosa es la vida? Desde hace muchos años no he hecho otra cosa que viajar, ya fuera con la maleta a cuestas o sólo con la imaginación y la vista, que ahora empieza ya a quejarse de tanta lectura y de tanta belleza acumulada en su interior, en su recuerdo. Curiosa inteligencia la de la mirada, que olvida pronto las imágenes que duelen. Alguien dirá egoísmo; yo, supervivencia.

Hace unos días, el poeta Carlos Marzal dijo en Granada que viniendo a esta ciudad había empezado a querer a los poetas que admiraba, y que no había nada mejor que eso, que querer a quien admiras y poder admirar a quien quieres. De ahí surgen las amistades duraderas, añado yo. Lástima que nuestra coincidencia en la ciudad fuera breve, porque se quedaron por decir muchas cosas que ahora necesitan este espacio de recuperación de la correspondencia para poder ser dichas. La idea de las cartas ha sido brillante, pues yo soy de los que echa de menos abrir el buzón y encontrar algo más que los anuncios de los mercaderes, como dije en un poema que te envío al final de esta misiva.

Me alegra saber que mi pequeño libro te acompañó en un tren, pues no otra cosa pretendía al escribirlo, y es mucho: poderlo compartir con alguien que al leerlo sienta que un mínimo detalle de la aventura del sujeto poético que recorre sus páginas le hubiera podido pasar a él, que sintió alguna vez algo parecido, que vio un paisaje similar, que se emocionó con la misma canción en algún momento de su viaje, de su vida. A mi me ocurre a menudo con un puñado de poemas, y sólo por eso vale la pena haberse dejado la vista en el empeño de leerlos. Hablas del premio Surcos, y de la unión con Mario Cuenca Sandoval quien es ya, también, un amigo. Sabrás que este año otra granadina ha conseguido el Surcos, Trinidad Gan, con un hermoso libro que tengo ahora mismo encima de la mesa, Caja de fotos, en el que Trini vuelve a darnos lecciones de su buen hacer poético y de esa sensibilidad que transmite en todo lo que escribe. Los “surqueros”, ya ves, nos vamos multiplicando.

Granada sigue igual a como la dejaste, pero un poco más vacía de actividad, pues hacen falta muchos espíritus emprendedores para que la ciudad tenga sangre y savia y poesía. Ahora llega la primavera cargada de libros y de versos, en la Feria del Libro, en el Hay Festival y otra vez en el Festival de Poesía de Granada, que volveremos a poner en pie con más pasión que acierto, seguramente, pero con la ilusión intacta de estos, quién lo diría, seis años empeñados en que nos visiten quienes más tienen que decir. Esta es tu Granada y aquí estamos tus amigos. Serás bienvenido a compartir versos y risas.

Un abrazo enorme,

Javier


RECIBIDOR

Todo lo construido tiene aquí su principio.
Entre una puerta y otra
damos la bienvenida a las visitas.
Encima de la mesa siempre hay sobres
con los saludos de los mercaderes,
y casi nunca cartas
que acerquen el calor de quienes ya se fueron.
Nos recibe en silencio el tiempo abandonado.

2 comentarios:

Francisco Cenamor dijo...

Original e interesante. Por ello animaremos a nuestros lectores y lectoras a que se acerquen por tu propuesta epistolar. Lo haremos hablando de la misma en el Blog literario Asamblea de palabras, el próximo 8 de mayo.
Un saludo.

Ventura Camacho dijo...

Muchas gracias, Francisco. ya he visto qie lo has publicado. Te lo agradezco mucho.