08 febrero 2009

Carta 12.

Tarde de viernes, 6 de febrero de 2009.


Querido Mario,

Confieso que algunas tardes, y siempre a escondidas, renazco infantil y me entrego al juego, al valiosísimo tesoro del niño, para rememorar aquella tarde de junio donde tuvimos la oportunidad de compartir la voz y la voluntad de ser escuchados junto a Carmen, Mariano, Òscar y Pepe en el Carmen de la Victoria de Granada. Todo era final entonces, fin de ciclo. Sin embargo, envalentonado, voy más allá ejerciendo de recordador y releo aquel mensaje tuyo de felicitación por mi premio. Hace casi tres años de eso. Y pienso, - y pensé – “es de generosos el celebrar las dichas ajenas”, y eso lo apunto, en garabato, en una imaginaria lista de cosas valiosas, de gente buena. Que nuestra amistad creciera así, desde ese punto generoso, me satisface y me da motivos para celebrarlo hoy por carta.

Más tarde vinieron los libros, tu siempre sincera opinión sobre mis poemas, mi admiración total, incondicional, a lo tuyo, a tus libros irreprochables, porque hay libros, amigo, a los que no hay nada que reprocharles: Todos lo miedos, El libro de los hundidos, Guerra del fin del sueño, y la esperada novela que me acompañó a Menorca hace dos septiembres: Boxeo sobre hielo, ejercicio inteligentísimo de contar las cosas como tú las cuentas.

Nos une un extraño currículum vital coincidente: Tú de Sabadell, yo de Barcelona, ambos del 75. Pueblos como Priego que tienen que ver mucho contigo, algo conmigo. La música, los tiempos de querer ser músico. Granada, donde vivirías durante unos años, antes de seguir rumbo a Córdoba, por donde paseo algunas tardes de estas que comento más arriba.

Me acordé de ti el otro día en la Biblioteca. Alcancé del mostrador un volumen con uno de esos títulos genéricos que a uno le hacen creer que si los lee alcanzará el saber total: Teorías Literarias del Siglo XX, de José Manuel Cuesta Abad y Julia Jiménez (o Julià, no sé, no recuerdo con exactitud el nombre, o para ser sincero, no entiendo mi propia letra en la hoja donde lo apunté). Que me acordara de ti tiene una explicación al margen de que nacieras en el Siglo XX y pertenezcas al mundo de la literatura: Uno de los apartados del libro/tocho recorría la relación entre literatura y filosofía. Ahí entras tú: profesor de filosofía y escritor. Leo a María Zambrano decir desde su libro Pensamiento y Poesía:

"Se nos antojan dos mitades del hombre: el filósofo y el poeta. No se encuentra el hombre entero en la filosofía, no se encuentra la totalidad de lo humano en la poesía. En la poesía encontramos al hombre concreto, individual. En la filosofía al hombre en su historia universal, en su querer ser. La poesía es encuentro, don, hallazgo por gracia. La filosofía busca, requerimiento guiado por un método".

Y más adelante remata: "Lo indecible busca el decir".

Y por eso esta carta, y por el tiempo que no pasamos juntos, pero estamos.

Era sólo eso y el deseo de carta de vuelta, con noticias de su Córdoba poética y de sus nuevos proyectos esperados por un incondicional “supporter” como yo.

Ventu

A sus pies.

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