22 diciembre 2008

Carta 02.

CARTA ABIERTA A LOS SOPEROS o SOPA A LA CARTA, COMO PREFIERAN

Vivimos en la Era del Miedo. Lo inventaron los asesores de los Presidentes de Estados Unidos y algún que otro dictador de altos vuelos que vieron en el miedo el camino del éxito (concepto de éxito obviamente discutible). El miedo detiene el progreso del pueblo, atrofia el desarrollo de las ideas, las piernas del colectivo, y esto ayuda a muchos a encontrar un hueco desde donde hacer lo que se les antoje, como por ejemplo gobernar. Nada más hay que ver las campañas electorales que nos sobrevuelan en los últimos años para ver que el miedo tiene su tirón. No seremos menos que Cataluña, reza un cartel electoral del Partido Andalucista en pleno centro de Granada. Si no votas ellos volverán, proclama el Partido Socialista de Catalunya. El mismo mensaje, diferente perspectiva. Sin ideas no hay paraíso. Toda esta demagogia mañanera, se traslada al campo de la Cultura en frases como El teatro está en crisis (muy celebrada), Ya nadie va al cine a ver películas españolas o la que nos toca más de cerca, La poesía es minoritaria. Es la tendencia plañidera al qué mal estamos y qué poco nos lo merecemos. Muy ibérico, sin duda. ¿Os he hablado alguna vez del ombliguismo? Intento hacer ahora una conexión entre las teorías del miedo y la tendencia de los escritores a mirarse el ombligo. Tengan paciencia. Hemos interiorizado que la poesía es para la minoría y que por tanto, al ser pocos, es importante dar pasos firmes y asegurarse un buen lugar en el reparto para que la brisa reconfortante de los aplausos nos roce de cerca, sobre el escenario, y tengamos esa sensación de bienestar que nos da el éxito (de nuevo una concepción más que discutible del éxito). Todos queremos salir en la foto. ¿Todos? No! en un pequeño reducto de los territorios franceses del Sur, tres aguerridos aldeanos del verso mantienen su peculiar lucha diaria contra el temido y poderoso Ombligum Satisfactum ajenos a otras batallas a vuela pluma, a legiones, centurias y cohortes. Cuenta el druida Poematrix que de muy pequeños se cayeron en una marmita de Sopa y desde entonces, gozan de superpoderes poéticos. Bromas al margen, hoy estoy generoso. Dispuesto a admirar sin cortapisas. Y miren que admirar se antoja ejercicio también minoritario en los ruedos por encima del hombro donde sobre la admiración predomina la mitomanía. Yo era un pesimista y ahora lo soy menos, al contrario que Alberti quien decía aquello de: Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos. Soy menos pesimista, entre otras cosas, porque dejé de mirar el ombligo ajeno y eso me permitió ver más allá de Tagore. ¿Recuerdan? Aquello del árbol no le dejará ver el bosque, etc.… Juan Ramón y Zenobia eran grandes admiradores de Tagore y pasaron tiempo traduciendo sus enseñanzas. Valga el dato para ilustrarla importancia de la frase. Quería decir que estoy aprendiendo a mirar el circo poético sin ombliguismos (propios ni ajenos) y es por eso que a uno le reconforta encontrarse con proyectos tan interesantes como el de Sopa de Poetes. Aquí quería yo llegar. Quizás, como en un espejo, como en un charco, uno se refleja también en la sopa, y ve sus virtudes y defectos entre las idas y venidas de las ondas producidas por la cuchara al introducirse en el medio líquido. Pura física. La poesía es en parte eso: un espejo donde reflejar el mundo, donde contrastarnos, una sopa que llevarnos a la boca, como alimento imprescindible. Luego llega el día en que esa admiración por la labor difusora de la poesía que llevan a cabo la Santísima Trinidad del LLobregat se vuelve en agradecimiento cuando consideran que uno tiene algo que decir a su audiencia. Quizás ellos también piensen que Ciudad Poética se nutre del mismo caldo con el que ellos hacen la sopa. Y yo confieso a Mariano mi vergüenza al salir en la radio. Él me tranquiliza apelando al pasarlo bien, todo un alarde de sencillez. Y tiene razón. En la poesía de hoy en día falta esa actitud, falta el escribir para pasarlo bien. Ojo¡ No me malinterpreten, que la poesía es una cosa muy seria, fruto de la inspiración y del trabajo. Si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios, decía García Lorca, también lo es que lo soy por la gracia de la técnica y del esfuerzo, y de darme cuenta en absoluto de lo que es un poema. Esta Carta abierta o esta Sopa a la Carta es un ejercicio de admiración hacia una actitud, y una muestra de mi gratitud. Amigos Mariano, Óscar y Pepe, larga vida os den las ondas. La poesía os necesita.

Ventura Camacho

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin ombliguismos, me encantó lo de la sopa qué llevarse a la boca, un alimento indispensable...

Ventura Camacho dijo...

gracias Yun, la sopa es imprescindible...besos